jueves, 6 de septiembre de 2007

Reaparecio la Garra: un triunfo que revitaliza...

La “U” le volteó el partido a Cristal y lo venció 2-1 con tanto en el minuto final

ANGEL HUGO PILARES. ¡Que lo grite la “Trinchera” con el mismo furor con el que alentó todo el partido! ¡Que salte “Oriente” en el sitio exacto donde lo hizo los noventa minutos que más sufrió! Hasta que apareció una calvicie incipiente que tiene el 10 en la espalda y una crema en el corazón que anotó el gol del triunfo crema.


En el minuto noventa, en el instante que nadie quería el desastre, Mayer Candelo hizo la gloria. Se puso el chimpún izquierdo en el pie derecho y aprovechó que Michael Guevara con el veinte en la camiseta había duplicado la condición desequilibrante del diez merengue.

Pero olviden un rato a Guevara. Pongan sus ojos en Mayer Candelo. Analicen al especimen más raro del fútbol. Tiene cuerpo de extraterrestre, el estado físico de un ratón de biblioteca y la mente de un arquitecto que diseña cada jugada con la velocidad que le exige a sus piernas. Y decide un partido con la pierna que no maneja.

El que sí maneja la diestra es Fano, un rudimentario al que el latir de su pecho lo obliga a hacer una pared con Juan Diego Gonzales-Vigil, haciendo del empate de la “U” la virtud misma de una garra que anotó al ritmo de dos hinchas convertidos a la crema. Porque si me dicen que Johan y Juan Diego no son hinchas de la “U” después de haber gritado el empate como lo gritaron, no les creo.

Universitario puso el hombro al mal momento. Fassi había aprovechado la única tara de la defensa merengue. Galván luchó todo el primer tiempo en contra de la frente asesina de Gabriel García y no tuvo tiempo para cubrir al “Chemo” Ruiz, para quien fue imposible ganarle a la cabeza color zanahoria del argentino que se volvía decisivo por primera vez en su vida, ante una salida errada de Carvallo. Luego no sirvió de nada.

Cristal cayó borracho de esa gloria que no bebía tiempo atrás, como el abstemio al que un solo trago envía al piso. El tanto de Fassi había convencido a Oblitas de que podía conseguir el triunfo que necesitaba para salir del fondo y terminó trastabillando embebido en alcohol.

Universitario había propuesto durante el primer tiempo, hasta el gol rimense. Y en la segunda parte tuvo que replantear sus líneas haciendo ingresar a Miguel Torres y reemplazándolo después por Juan Diego. Mientras Torres caminaba al camarín, luego de haber visto lo último del segundo tiempo desde la banca, Mayer Candelo anotó el gol del triunfo.

Apenas anotó el gol del triunfo, Mayer Candelo largó a la carrera. Hizo veinte metros en menos de tres segundos y se tiró al piso. Todos y cada uno de sus compañeros le cayeron encima reivindicando al fin al que la dirigencia acusaba de no correr absolutamente nada. Su gol lo hizo al trote. Y con ese mismo trote que los dirigentes ansiaban expectorar, la “U” se acercó a la punta.































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