lunes, 17 de diciembre de 2007

Ganó pero no alcanzó, la U solo se quedo con la Sudamericana

“Santo” campeón
San Martín perdió 2-0 ante la “U”, pero se llevó el título nacional

“¡Saaaaaale el campeón! ¡Sale el campeón!... ¡Sale el campeón! ¡Sale el campeón!... ¡Sale el campeón! ¡Sale el campeón!... ¡Sale el campeón! ¡Sale el campeón!...”. Salió el campeón del año y da la vuelta. Es una vuelta humilde en la que los únicos cánticos que se escuchan son los de un suicidio masivo a estadio lleno. En la cancha, un grupo de “santos” vestidos de blanco dan una vuelta olímpica a medias. Contra todos. Pero su vuelta es tan humilde como ese equipo lleno de dinero que juega como equipo chico. Ha perdido y sus jugadores sienten vergüenza de girar sobre el verde sintético del Nacional y por eso caminaron rumbo al camarín a sacarse las medias antes de que la alegría estalle. Es para que lo analice un sociólogo. Los hinchas de un equipo que perdió casi todo festejan como si el título fuera suyo. Los del equipo campeón se han retirado cinco minutos antes de que acabe el partido, pero no interesa siquiera, porque el título de los proscritos por el sistema ha valido la pena. Valió que la universidad donde estudian todos mis amigos hinchas de la “U” haga patente que uno de los pocos equipos con orden se ha llevado el campeonato, mientras que otros no saben si esperar que papá Burga los indulte. Para que aprenda la incapacidad de Carlos Silvestri. Pero ni el tanto de Rabanal a los 4’ -el segundo del año de un jugador que pasó dos en la banca- es capaz de limpiar sus lágrimas. Las mismas lágrimas que en la Trinchera Norte. San Martín ha campeonado, pero veinticinco mil personas se han sentido campeones morales. Sienten la misma alegría que embarga a los suicidas de corazón crema que cantan: “¡Uuuu-niver-sitario, del balompié peruano, la máxima expresión!” Ni siquiera el gol de último minuto de Luis Núñez pudo aliviar la pena que hacía que las gargantas se hinchen en un cántico que esperaban gritar de verdad, mientras un equipo chiquito -hecho grande- daba la vuelta olímpica más triste de toda la historia. Para los hinchas de Universitario. El “santo” de blanco ha vencido, y da la vuelta olímpica con la misma humildad de su santo patrón color moreno. Y lo que más me da gusto es que al “Chino” Rivera lo conocí cuando era técnico del pobre “Muni” en la segunda y ahora es el DT de un equipo que le ganó a Burga y sus amigos. Gracias por devolverme la fe, porque desde ahora voy a poder guardar una estampita de San Martincito en la billetera.


ANGEL HUGO PILARES




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La fiesta fue para el Santo

La gente crema llenó el Nacional ilusionada en obtener el campeonato, pero el 2–0 ante la San Martín no alcanzó y albos dieron la vuelta

De todos los equipos que peleaban por el título, era el que tenía más posibilidades de celebrar, y lo hizo. No tuvo que incentivar a nadie, tampoco de ganar su último encuentro pues lo realizado en el Apertura le valió para que al final se corone como el campeón del fútbol peruano.

En su tercer año en la profesional la Universidad San Martín plasmó en el campo de juego lo que comenzó a ser un proyecto en la mente de algunos directivos. Hizo realidad el sueño de 23 jugadores y la de un técnico joven como el ‘Chino’ Rivera para sacarle la vuelta a los grandes y escribir en la historia del fútbol nacional su nombre como el monarca de nuestro país.

SE PRENDIÓ LA ILUSIÓN
El marco y aliento por parte de los espectadores que se dieron cita en el Nacional motivó a los 22 protagonistas que en el campo de juego no se guardaron nada.

Pero sería la ‘U’ quien llevaría la riendas del juego hasta romper la paridad en el marcador.
A los 3 minutos, Neyra cobra un tiro libre cerca del área santa para Jesús Rabanal, que de cabeza vence la resistencia de Butrón y decreta el 1–0. Con el gol, todo Norte saltó de alegría pues la ilusión de campeonar en el Clausura se hacía realidad.

La ‘U’ se creció y la San Martín perdió la brújula. Los cremas siguieron tocando, siguieron insistiendo. A los 12' Galván intentó pero su cabezazo salió desviado.

ESTADIO MUDO
Pero a los 18' el Nacional se enmudeció. Bolognesi lograba romper la paridad gracias a un tanto de Paul Cominges, un ex crema. La amargura se apoderó de los hinchas y las ganas de alentar se esfumaron.

De ello se aprovechó la San Martín que pudo emparejar el marcador pero Hinostroza no pudo meterla al llenarse de pelotas.

La primera etapa se fue en medio del desconcierto de los hinchas cremas y el nerviosismo de los de la San Martín.

En el entretiempo, los jugadores cremas no tenían ganas de salir al campo, escucharon por radio cómo ‘Bolo’ anotaba el segundo y con ello el sueño se convertía en pesadilla. El título se les iba de las manos pero se escuchó una voz que dijo: “Hay que jugar por el honor”.

BAILE AL CAMPEÓN
Y los jugadores lo hicieron. A pesar de unos primeros minutos flojos donde la San Martín pudo anotar, la ‘U’ comenzó a jugar mejor. El chileno Núñez, el colombiano Hurtado y el novel Rabanal comenzaron a triangular, lo que generó la alegría en las tribunas.

Poco a poco el aliento comenzó a crecer, se sintió hasta Tacna donde Bolognesi ya se sentía campeón del Clausura.

Conforme pasaban los minutos la ‘Trinchera’ cantaba con más fuerza, alentaba sin cesar y en el campo solo había un equipo: la ‘U’.

Ya en los minutos finales, una buena triangulación en el medio sector dejó a Núñez solo ante Butrón y con esa clase que ha demostrado en los pocos partidos que jugó le puso el balón por entre las piernas para sellar la victoria y el baile.

La ‘U’ no logró el título, pero demostró en el campo que fue mejor que el campeón nacional y con ello aseguró una Copa Sudamericana donde se piensa sacar el clavo.

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Triste ovación

La vuelta fue ilusión para la "U". Un sueño que no se diluyó en la tribuna ni con el silbatazo final de Buckey. Era en verdad un ambiente de vuelta olímpica con aplausos, cánticos, hasta un gol sobre la hora que en otra circunstancia hubiese sido el postre perfecto. Algunas lágrimas se deslizaron también por lo que pudo ser y no fue. Después de varios años Universitario estuvo muy cerca, y eso al hincha tal vez le duela más aún.

Más cabizbajos que quienes ganaron por gusto, estaban los que perdieron sin gloria, pero que curiosamente pese a quedar sétimos estaban llamados por esas curiosidades del reglamento oficial a dar la vuelta de fin de año. Se sintieron tan cohibidos de hacerlo que tuvieron que ingresar al camarín, tomar conciencia de lo que es ser campeón nacional, pese a todo, y salir otra vez a la cancha. Porque cuando terminó el partido había una hinchada muy potente que intentó inventar una fiesta, en la que San Martín, el campeón nacional, no estaba invitado.

Situación extraña la del Nacional. Cada hincha con el puñal clavado del gol de Cominges, simulaba festejos de goles arequipeños para levantar el ánimo de los jugadores de la "U". En ese instante se inició un idilio entre la tribuna y los jugadores. Todo el estadio fue un solo de vítores y aplausos a lo largo del partido. Todo el equipo "metió" como si el ganar alcanzara. El once de Gareca marcó, apretó, corrió y supo transpirar su dolor con insospechada dignidad. Porque cuando salía del túnel para iniciar el segundo tiempo, ya sabía que en Tacna había un 2-0 irreversible, pero que nunca quebró el ritual casi póstumo de humillar al campeón. El gol de Núñez en el 2-0 redondeó esa tarea.

¿Consuelos? Muy pocos. La Sudamericana lograda es plato pobre para Universitario, aunque el haber desembarcado a Alianza de ella para dejarlo con la mano tendida y los bolsillos vacíos, puede darle un mejor sabor. El fracaso del 2007 será imborrable. Tanto como la emocionada ovación de una hinchada poderosa que está ávida de volver a saciarse viendo por fin a la "U" campeón.

Carlos Univazo























































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