lunes, 29 de septiembre de 2008

Para tomar en cuenta...

Valor de los inmuebles aledaños al Monumental ha disminuido hasta en 70%
En Mayorazgo y Los Portales de Javier Prado el metro cuadrado puede costar US$100 cuando antes costaba el triple o más

Por Álvaro Gastañaduí RamírezCada vez que Universitario de Deportes juega en su estadio Monumental un partido de fútbol considerado de alto riesgo, ya sea con Alianza, Cristal o el Boys, los hinchas cremas rezan para que salgan victoriosos, mientras que sus rivales esperan ganar a toda costa. Sin embargo, los menos entusiastas son los más de 100.000 vecinos que viven alrededor de ese estadio, tanto en la zona de Ate-Vitarte --donde queda ubicado ese recinto deportivo-- como los de La Molina. La mayoría de ellos 'reza' también, pero para que las barras no ocasionen desmanes ni la policía les cierre todos los accesos para poder llegar y salir de sus viviendas.Sin embargo, esos no son los únicos problemas --ni los más graves-- que afrontan esas zonas desde que se inauguró el estadio Monumental en julio del 2000. Las viviendas de las urbanizaciones Mayorazgo y Los Portales de Javier Prado, en Ate-Vitarte, se han depreciado en algunos casos hasta en 70%, según los cálculos del arquitecto Diego La Rosa, valuador y ex presidente del Cuerpo Técnico de Tasaciones del Perú.Sin embargo, en La Molina, tal como lo aseguró la dirigente de la Asociación de Vecinos de las Colinas de San Patricia, Rosa de Ojeda, el impacto ha sido mínimo. A pesar de ello, algunos vecinos creen que en esa zona cercana al estadio los precios de los inmuebles no se han incrementado como en otras zonas residenciales de Lima.A modo de ejemplo, el arquitecto La Rosa comentó que un terreno en ambas urbanizaciones de Ate-Vitarte, que nacieron como residenciales en la década del 90, costaba entre 300 y 400 dólares el metro cuadrado, mientras que ahora se puede conseguir hasta en 100 dólares. De manera coincidente, el presidente de la Urbanización Mayorazgo, César Meza y Cabrera, indicó que una casa de dos pisos puede costar unos 70 mil dólares, mientras que en otra zona similar puede llegar a los 200 mil dólares o más.Vea el gráfico para identificar las zonas depreciadas aquí.ZONA DEPRIMIDAPara el arquitecto La Rosa, los propietarios que adquirieron sus inmuebles en las zonas de Mayorazgo y Los Portales de Javier Prado se han visto burlados, porque compraron en una zona tranquila y frente a lo que iba a ser la futura Prolongación Javier Prado. Según el especialista en tasaciones, mientras el estadio siga generando conductas peligrosas o delictivas el precio de esas propiedades va a "estar en el suelo". La solución, para él, pasa por una mayor preocupación de la autoridad municipal para recuperar esos espacios públicos.En efecto, la depreciación de la zona también puede observarse en el estado de las viviendas.Por ejemplo, en Mayorazgo, en especial en la Prolongación Javier Prado, hay casas abandonadas, terrenos sin construir y han empezado a proliferar talleres de mecánica y de carpintería. A diferencia de Mayorazgo, Los Portales de Javier Prado --ubicado a su lado-- no está protegido por muros ni rejas y en muchas de sus paredes se puede observar pintas alusivas a los equipos de fútbol, en especial de la U.Por su parte, los voceros del Concejo de Ate-Vitarte informaron que una primera medida para mejorar esa zona de su distrito de manera integral será construir la Prolongación Javier Prado hasta la Carretera Central. Con esta vía --explicaron-- los asistentes y las barras de fútbol tendrán otra vía de ingreso y salida, a diferencia de que ahora solo existe una y es por la avenida Javier Prado y Melgarejo.ENCERRADOS EN SUS CASASAunque no se pudo conseguir una versión oficial de la policía, trascendió en fuentes vinculadas a dicha institución que el cierre de las calles que se ordena cada vez que existe un partido de alto riesgo es coordinado con las municipalidades de La Molina y Ate-Vitarte. Indicaron que para evitar un daño mayor se conduce a las barras en ómnibus o a pie a lo largo de la Javier Prado, bajo custodia policial.Sin embargo, el cierre de las calles, en algunos casos desde la avenida Los Ingenieros, como en el partido de Perú y Argentina, y todos los accesos a esta zona por la Carretera Central, genera graves congestiones de tránsito en toda esa zona de La Molina y Ate-Vitarte (ver infografía).Esa medida perjudica a las más de 25.000 familias (10.000 en La Molina y 15.000 en Ate-Vitarte) que viven en las inmediaciones del estadio Monumental. Para los dirigentes vecinales de La Molina y Ate-Vitarte, Rosa de Ojeda y César Meza, respectivamente, la única posibilidad que tienen es quedarse ese día sin salir de sus casas o salir temprano y regresar hasta que haya terminado la restricción del tránsito. Además, tampoco pueden recibir visitas en esos días de fútbol, porque simplemente tendrán dificultades para ingresar hasta sus viviendas.Para el especialista en seguridad ciudadana Gabriel Prado, no se debería cerrar de esa manera las calles cada vez que haya un partido o un concierto en esa zona del Monumental. Explicó que una buena planificación en la organización y el traslado de una barra del fútbol o una manifestación no tiene por qué obligar el cierre de las calles. Sin embargo --agregó--, se debe anticipar a los vecinos las actividades a ser realizadas, para que ellos también tomen sus previsiones.Indicó que por la organización de espectáculos de esa naturaleza no debería afectarse a los vecinos en su libertad de transitar por sus calles en la forma como lo deseen."No se puede secuestrar a los ciudadanos ni ser privados de su libertad por un partido del fútbol", agregó el especialista.Por su parte, el gerente de Seguridad Ciudadana de La Molina, Óscar Solano, declaró que cada vez que hay partidos de riesgo ellos disponen de 200 de sus serenos no solo para brindar una mayor seguridad a sus vecinos, sino también para ayudarlos a que puedan circular sin problemas. También consideró que los cierres no deberían ser tan drásticos, para evitar mayores molestias en el vecindario.AL GRANO"Que las barras vayan como gente común"*¿Qué piensa de las quejas vecinales por los partidos que se realizan en el estadio de la U?No las entiendo. Es solo un domingo. Para quejarnos, somos buenos todos. El fútbol es una fiesta. Que se perjudique un domingo no pasa nada.Pero muchas de las quejas son por la depreciación de las urbanizaciones vecinasBueno, pero qué podemos hacer. Podemos destruir el Monumental, no creo. Hay un montón de quejas en la ciudad. Si hacemos caso a los que se quejan, tendríamos que demoler medio Lima.¿Pero se podría hallar una solución? Recuerde que cuando hay un partido en el Nacional, la gente no se queja.Porque es otro tipo de gente. Se queja el de La Molina y suena más que el de Lince y Jesús María.Pero en esos distritos no cierran 20 cuadras a la redonda como en Ate-Vitarte y La Molina.Pero también se cierra y la gente no se queja, porque es gente más futbolera y no le importa. En otros sitios, más pitucos, les molesta todo. En cambio, cuando hacen los conciertos, el tráfico es increíble, cierran todo, pero no se quejan porque sus hijos sí van.¿Pero hay alguna solución?Que las barras sean controladas como se hace en otros lados. Trasladar a las barras en su bus y que no vayan en grupo. Y el que haga líos que vaya preso.* Germán Leguía. erente de la UPARA RECORDAREl 5 de julio del 2000, cuando la 'U' inauguró su estadio en un partido contra el Cristal, se produjo una serie de desmanes y agresiones a conductores y vecinos.El Instituto Metropolitano de Planificación advirtió en esa ocasión que el estadio no podía funcionar si no se terminaba la Javier Prado hasta la Carretera Central.Ocho años después, esa obra ya fue transferida al Concejo de Ate-Vitarte, que ha iniciado hace dos meses el perfil técnico. Según sus voceros, en unos seis meses podría concluir la licitación para elegir a la empresa que se encargará de esa obra.DEL CONSULTOREl estadio no es una fiesta*Ir a un estadio no depara la sensación de un goce familiar, el aplauso o el grito de gol tienen cada vez más silencios y estamos más pendientes del cómo llegar y salir.El estadio por antonomasia es espacio público. Sin embargo, la realidad ha vuelto obsoleta esa idea. Para cualquier aficionado, son más las restricciones que rodean el espectáculo: se limita su circulación en las calles, se contamina de policías y camiones portatropa que rodean a las barras, las familias vecinas se encierran en sus casas y a quienes trabajamos cerca nos asalta el temor.En el caso del Monumental, los problemas son de origen y su ubicación ha obedecido más a criterios mercantiles lejos de toda planificación, como la ausencia de vías de acceso adecuadas y la nula consideración en la relación con su entorno. Debe exigirse mejoras de infraestructura y producir cambios culturales en las relaciones de convivencia.Observamos cada vez con mayor frecuencia que los espacios públicos en las metrópolis tienden a convertirse en pequeños territorios liberados por la gente que lo usufructúa de manera privada, perdiéndose el carácter de lugar de encuentro colectivo, de tolerancia o de diversidad. Son por el contrario lugares de ejercicio de poder o de ausencias humanas y su mejor símbolo son las rejas, donde es difícil afirmar quién está dentro o fuera* Juan Tokeshi G.S. Arquitecto

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